martes, 18 de diciembre de 2007

110 APA

En una entrada anterior decía de mi convicción sobre conveniencia de hacer entrar el mosto desde el macerador hacia la olla por la parte inferior de la misma; basado en el hecho que el borboteo de la caída desde el borde incorpora indeseado aire a un mosto caliente, susceptible de oxidarse o generar precursores de la misma.
A la inversa, extraigo el mosto por arriba, desde lo mas cerca (que sea práctico) de la superficie del líquido.

Mi olla es chica (270 litros de tara, por ahora), y no justifica armar un sistema de remolino (whirlpool) con bombas y tubería; de modo que uso la consabida pala (en realidad, un trozo de chapa de inoxidable en L, con la punta levemente aplastada). Las tortas son buenas, así que no pienso por ahora invertir en un sistema de impulsión hidráulico.

Pero es fácilmente observable que las corrientes térmicas no se aquietan inmediatamente se apaga el fuego, y suele necesitarse una caída hasta cerca de 80º para que estas paren o sean de tan pequeña intensidad como para que no muevan los restos del trub caliente.
Así que suelo esperar un rato (unos 20’, que añado al cálculo del IBU) a que las corrientes térmicas se aquieten un poco. Antes, con las ollas hechas de barriles recortados, la carga térmica de la ‘falda’ inferior del barril era tan alta, que directamente mojaba el lateral y fondo con agua de la canilla. Es un espectáculo aparte este proceso, con chirridos y vapor abundante producido por el metal casi al rojo.
Con ollas grandes y sin aditamentos que adquieran altas temperaturas por no estar refrigerados por el mosto no creo que sirva de mucho, pero tomo conciencia en este momento que nunca lo experimenté y medí, de modo que debo hacerlo.
A pesar de la espera, es notable que el mosto se va aclarando desde las capas superiores, que seguramente son las mas frías.
Entonces, tengo armado una toma de mosto con un tubo de inoxidable. Este tubo no está fijado permanente en la olla; se sostiene con una pequeña morseta o una llave ‘boca de perro’ al borde de la olla (¡que sistema poco elaborado!).
Lo coloco verticalmente, con el extremo libre sumergido no más de 15 cm en el mosto. Cuando el nivel del líquido se acerca a la boca, lo reubico 15 cm mas abajo; y así sucesivamente, hasta llegar al fondo.
Es decir, siempre chupa mosto limpio, extrae hasta el final y permite seleccionar en que parte de la olla se succiona.

El Maestro Martín Boam ha sugerido en arreglo de caños y llaves, con varias bocas de succión a alturas diferentes y seleccionables a voluntad, que es el summun; pero creo que lo dejaré para el día que mi olla sea grande de verdad (si llega). Mientras tanto, este sistema funciona bien, produce mosto muy limpio siempre y minimiza el riesgo de estar absorbiendo trocitos de torta desde el fondo sin darse cuenta.

La medida de la limpieza del mosto de estos restos del trub caliente uno los tiene al retirar la levadura del fermentador: cuando chupa mugre, esta decanta en la primera parte de la fermentación y forma una capa mixta de levadura y restos; que sale como tapón primero.

Sólo una vez tuve problemas así, porque usé lúpulo en flor y un par de pétalos se instaló en la bomba. Ahora, saco el lúpulo que flota al final con un colador de té a modo de espumadera, y listo. Cuando tenga tiempo, le pondré un capuchón de malla de ac. inoxidable a la boca del caño.

Debo las fotos, esta vez.

lunes, 10 de diciembre de 2007

109 Red

Tengo la sensación que en esta edición de Red he logrado el balance mejor para las partidas de malta que tengo ahora... Esperaremos el veredicto de las levaduras.
Estoy un tanto apretado con la producción, casi duplicando los litros netos de hace dos meses. He aumentado los litros por partida y agregado dos partidas mas por mes.
Esto hace que me atrase en estos comentarios..., esta cerveza se hizo hace una semana.
265 litros es demasiado, la tendencia a volcar de la malta hirviendo es difícil de controlar con el volumen de la llama y me ha tapado algunos orificios del quemador. Me vi obligado a destaparlos con el fuego encendido, con la ayuda de un cepillo de acero y un alambre doblado.
Este mosto volcado, quemado y concentrado, es difícil de limpiar; pegotea todo y mancha. Es así, siempre es preferible no ensuciar a limpiar bien.
Usé el fermentador grande, de modo que la tarea de extraer la cerveza verde fue simple. Además, ensayamos una muy útil alarma de cornelius lleno que construyó en un rato, y con una caja de una fuente de PC, mi hijo Gustavo. Realmente, funciona bien; y para el caso de trasvases tiene capacidad de cortar la bomba, lo que permite desentenderse del asunto e ir haciendo otra cosa.
Se basa en la medición de continuidad ente dos electrodos que se ponen en la boca del recipiente; y, sorprendentemente, no se deja trampear por la espuma. No le seguí el hilo mas allá de tomar al decisión de hacerlo con transistores y no con tiristores; de modo que apenas se que tiene 32 K ohm entre puntas, un par de transistores en configuración Dárlington y que funciona.
Otro agregado: mido habitualmente la temperatura con un termómetro digital estándar al que le adosé un tubo de inoxidable (una pescadora de cornelius) a la sonda, para poder colocar el sensor en profundidad. El sistema funciona bien, pero es medio feo para ver; de modo que decidí reemplazarlo por un coqueto termómetro bimetálico con cuadrante: el típico 'relojito' con un vara trasera.
Claro, el sistema anterior tenía la practicidad de retirarlo de manera simple cuando era el momento de revolver; pero uno bimetálico puesto en mitad de la olla era una invitación a llevarlo por delante con la pala en un descuido; tanto como una molestia a la hora de retirar el bagazo (¿no conté que anda al pelo el sistema de enterramiento multicapa?).
Así que armé un sistema de quita y pon, con un sello que impida la salida del mosto.
Consiste en un niple de 1/4" nominal, pared gruesa; lo que deja un orificio de casi 1/4" real. Este es el calibre del eje del termómetro, de modo que casi no queda luz inútil entre este y el niple (para los no iniciados en la jerga de fontanería argentina, niple es un corto tubo con rosca exterior en sus dos extremos). Este niple está soldado a la pared de la olla, y la esta es perforada luego en el diámetro interior del niple.
Luego, se completa con una tuerca perforada de bronce, de uso en gas o aire comprimido, de las que utilizan una virola (arandela de sección triangular) para sellar un caño que pasa por su orificio.
En vez de virola, utilicé un o'ring de grosor similar a la pared del niple, para no dañar el vástago del termómetro y asegurar estanqueidad.
Se pasa la tuerca por el vástago del termómetro, luego el o'ring; se introduce el vástago en el niple por fuera de la olla y se rosca la tuerca en este con los dedos, sin apretar demasiado.
Uno nota que puede deslizar fácilmente el termómetro hacia afuera y adentro, y el sello se encarga de no dejar pasar nada.
Completa la cosa unas marcas con pintura epoxi o tinta indeleble sobre el vástago, para que se esté seguro de haberlo retirado totalmente.
El fondo de las fotos es la bomba de recirculado y el circuito para eso, con sus bridas crimpeadas y la llave de aguja reguladora de caudal.










Con respecto al bach, 260 litros finales, por los restos de la torta; pero sin contar la . Mapuche, en los 20 IBU. Casi todos los cerveceros se quejan de la falta de amargor de mis cervezas, pero si los subo se me enojan los clientes habituales.
Usé carrageno como clarificante de olla. ¿Sirve para algo?. El que los fabrica dice que se desnaturaliza la forma de la doble hélice a cerca de 80º; uno se los suele agregar a mas de 95º... Pero no me animo a dejarlos.

viernes, 7 de diciembre de 2007

108 Stout

Al amigo Carlos Puschel, Ave Fénix, con la copa en alto.

¿Quien duda que el balance de las maltas y cebada tostadas es crucial en una stout? Así que, en mi criterio, cuando uno piensa en construir una stout debe primeramente sentarse a pensar en como hará su grist; y no desesperarse tanto por otros parámetros (quizá el único critico fuera del grist es el lúpulo).
Pero pocas cosas me han resultado tan variables como las características de las maltas tostadas... así que, últimamente, las proporciones de las maltas especiales y sus respectivos proveedores han ido cambiando, con el fin de mantener el flavour que uno desea: ese recuerdo tenue de la primera stout que lo deslumbró. Y como los recuerdos son cosa viva, que muta y repta entre los vericuetos de la conciencia, la receta de mis stouts han adquirido una sorprendente movilidad a lo largo del tiempo.
Claro, el flavour no se mueve tanto (o mis habituales clientes son bondadosos con el resultado) porque han sido muy pocos los que han tomado nota de estos cambios; y no se quejan.
He mutado en la proporción de las maltas caramelo y en la relación cebada tostada-malta black patent.
Es sorprendente ver cuanta diferencia hay en el gusto de caramelo de dos maltas supuestamente iguales de dos proveedores distintos (e incluso entre partidas del mismo proveedor), de modo que quien depende de esta característica para su perfil de flavour debe ser cuidadoso en la evalución.
Aún no he podido encontrar un método para medir caramelo con seguridad, y por lo tanto poder evaluar la conversión dentro del grano; de modo que dependo de mi sentido del gusto como único parámetro.

En otro orden; veo que he contado poco de mi equipo. Es un equipo pequeño, de 265 litros máximo en la olla. Macerador-cuba filtro de 48 Kg. de grano máximo, pensado para infusión simple. Enfriador de placas a la salida de la olla, refrigerado con agua de la red; enfriador contracorriente en serie, refrigerado con un pozo de frío de agua sin anticongelante.
Hago uso de la gravedad, en donde puedo, para el movimiento de líquidos.
El agua de preparación se acumula en un tanque de acero inoxidable elevado, que posee un nivel de tubo como medio de apreciar el volumen.
Por ahora, y hasta que me decida a colocar un caudalímetro a la salida de ese tanque, coloco primero el agua caliente en el macerador hasta tener el volumen necesario para la relación de empaste deseada y luego agrego la malta, mezclando. Esto funciona bien; muy bien, en realidad.
Pero donde se hace notar la falta de caudalímetros es en el lavado del grano. Necesito incorporar agua a igual velocidad con la que el mosto de lavado sale, sin que se seque la capa superficial del grano. Esto es así por una variedad de razones, que van desde la menor oxidación hasta la menor compactación de la cama.
Apreciar a 'ojímetro' cuanto entra es fácil; apreciar así cuanto sale, imposible cuando la entrada al recipiente siguiente (la olla de cocción) está por la parte inferior (como corresponde). No hay mas remedio que hacerse de un chirimbolo propio, porque los aparatitos para esa función y condición de uso (calor, viscosidad, grado alimentario, resistencia a la limpieza agresiva) son realmente muy caros para mi presupuesto.
Después de divagar un poco con la idea de construir uno basado en efecto Hall, recordé que tenía en algún lugar un fluxómetro Doppler vascular, que el progreso (léase Eco Doppler) había sacado del mercado. Monté la sonda sobre el tubo de salida, con un par de bandas de goma y una lámina de aluminio como soporte y orientador; y tengo una excelente indicación sonora del flujo de salida del macerador mientras se llena la olla.
Eso me permite monitorizar como va el lavado mientras hago otras cosas, porque el ruido es considerable.






Muy ruidoso, muy. Pero muy práctico, considerando que tienen salida analógica donde el flujo se codifica con voltaje, con lo que es posible introducirlo en la P.C. para futuros usos.
Entiendo que no es un dispositivo fácil de encontrar; pero si alguien se cruza con él como material en desuso, tiene un uso espectacular. Como las bombas peristálticas que se usaban en diálisis renal.
En fin, estoy atrasado con el blog; este bach fue hace mas de una semana...

viernes, 30 de noviembre de 2007

107 APA

No tengo dudas que las cervezas más difíciles de hacer muy bien son las más simples. Porque en una cerveza compleja, la propia complejidad disimula imperfecciones.
Pero en una cerveza con 'todo bajo', los errores son como un farol en la oscuridad. El bajo alcohol deja notar los alcoholes superiores, el sabor intrínsecamente neutro marca los ésteres y hace intolerables los restos de diacetilo. Ni hablar de la astringencia de los taninos arrastrados por un deficiente lavado; o la turbidez de almidones y/o complejos polifenoles-proteínas, propios de un problema de la maceración (con la excepción de las de trigo, y quizá algún otro estilo raro, una buena cerveza debería poder ser transparente sin filtrado).
Las rubias son alcahuetas, la APA es rubia, la APA es de temer siempre.

Esta vez, el hado fue propicio y no aparecieron problemas. Incluso en el recirculado, que funcionó como si no hubiese pasado cáscara por el falso fondo.
Curiosamente, el rendimiento aumentó: 76,5%. Eso hizo que en tanto llena la olla para el hervido, aún la densidad seguía siendo demasiado alta para lo que necesitaba. Así que, además de hervir con sumo cuidado para evaporar lo menos posible, decidí diluir.
Siempre he pensado que si uno se enfrena a esta situación, lo mejor es diluir cerveza terminada. Se controla exactamente lo que se desea controlar, porque se lo hace con líquido frío (contraído) y con la densidad (alcohol) que definitivamente tiene.
Pero diluir en ese punto no es un problema técnico menor.
En primer lugar, debería disponer un sólo gran recipiente final, para asegurar homogeneidad. En el segundo, debería hacerlo con agua estéril fría, y cuidar el pH muy bien con un ácido disimulable al paladar. La primera condición es imposible por el momento, y la segunda es realmente complicada. Por supuesto, no el esterilizar agua y controlar el pH, sino enfriar el agua y que siga manteniendo la condición de estéril (y que la cosa sea corta, nada de esperar de un día para el otro). Ya se, el contracorriente; pero significa un tiempo de preparación extra y sigue siendo inseguro.
Así que siempre diluyo inmediatamente concluye el hervido, y antes del 'whirlpool' (remolino, desde ahora) con agua caliente, casi hirviendo.
Y funciona bien.

Hace tiempo que renuncié al dry hopping en las cervezas para la venta, no hallo la manera de asegurar microbiología. Tengo un kilo de lúpulo en flor que mi buen amigo Pablo me regaló, de modo que ante la escasez crónica de lúpulos que sufro, empecé a usarlo para sabor.
Es lindo ver flotando las flores en la olla. Hay una sensación de caldera de Salamanca (prefiero las brujas a los alquimistas) en ese bullir de mosto espumoso, con los capullos flotando. Se me imagina un oscuro contrapunto con la imagen luminosa de pétalos flotando en una poza de arroyo de montaña.
Lo que no había previsto era que las flores se deshacen al hervir y que tienen tendencia a flotar, de modo que no las retiene la torta. Pues bien un par de pétalos fueron succionados y fueron a parar a las paletas de la bomba, el rendimiento de succión cayó espectacularmente; y los últimos 20 litros a enfriar fueron un calvario. Voy a tener que interponer el filtro de malla de inoxidable que había hecho un par de años atrás para el equipo anterior y en esta misma función.
Es un filtro simple, hecho con caño de cobre para agua y un retazo mínimo de tela de acero inoxidable sobrante de un falso fondo. Ya veremos de poner fotos, si a alguien le interesa construirse uno.

Bueno, otra vez sopa; otro miércoles hasta las 3 de la matina...
Pero sirvió para algo mas, esta vez. Hice de despertador para Olga; que partió una hora después rumbo a San Luis, en actividades de su Profesión. ¿Se acordará de traer cerveza?.


Hace un rato pasé por el fermentador; andaba en 21ºC. La voy a dejar que fermente a 22ºC, para que críe un toque de acetaldehidos, sin nada de banana (acetato de amilo), de modo que Nirvana no sienta que tiene poco cuerpo y a su vez no me diga que me fui de mambo con la temperatura....

Cría cervezas y se acortarán tus noches.

martes, 27 de noviembre de 2007

Falso fondo



Lo conseguí luego de superponer dos capas de malla de inoxidable sobre una chapa perforada. La primer capa de malla 40, era demasiado gruesa e imperfecto el cierre lateral. Con una segunda capa de malla 120, dejando el borde en forma de pollera, el objetivo se consiguió.
Para agilizar el mal rato, construí unas bridas abulonadas y con mariposa con dos arandelas de de Ac. Inox. y dos medias cuplas del mismo material. Había enchastre, por supuesto, pero era mas rápido la conclusión de la operación.
Volviendo al falso fondo propiamente dicho, mención aparte es el caño central. Sabido es que la succión del mosto al salir, sea por efecto de una bomba, sea por la gravedad, ayuda a compactar la cama de granos y producir tapaduras. Las cervecerías de antes del siglo XX solían construirse en tres niveles, para minimizar la necesidad de bombeo.
El recinto de las ollas de cocción estaba un piso debajo del de macerado, y el mosto fluía por gravedad. Pero un desnivel de 5 metros es casi 0,5 Kg./cm2 de presión negativa... y eso es mucho (una bombita de lavarropas no suele tirar mas de 1 o 2 metros de altura, y compacta); así que se debía cortar esa presión. Los textos señalan un dispositivo para eso, pero no dicen qué.
A mi se me ocurrió ponerle un caño que fuese desde el falso fondo hasta el borde del macerador, de modo que si la succión es demasiada, se chupa aire por allí pero no se fuerza la cama de granos.
Como valor agregado, es un excelente manija para sacar el falso fondo como pistón y extraer la malta.










El engendro funcionaba bien.. funcionaba, digo, porque ahora ha quedado en plan de desguace.

El falso fondo actual ha seguido la idea del anteriormente citado, con algunas variantes.
Han desaparecido las capas de malla, los orificios son mas pequeños, tiene un refuerzo por debajo para prevenir pandeos por el peso de la malta. Pero conservo el 'rompesucción'
Y funciona bien.
Pero, siempre hay un pero, no ajusta bien en los bordes y parte del grano pasa al recirculado, hasta que se forma un tapón. Y esa parte me obliga a manipular permanentemente la llave de restricción hasta que el mosto recircule claro.
En fin, esperaremos al tercer diseño...

jueves, 22 de noviembre de 2007

106 Red



Hay dos infiernos posibles y temidos (para construir cervezas, obviamente): que se te corte el agua y/o que se te corte la luz.
Acabo de recuperarme del segundo evento, son las 00:15: dos horas de espera e incertidumbre.
Mientras pesaba el lúpulo, la luz se fue. La empresa de energía me dice que había 'explotado' un transformador de media tensión (sonamos, eso es un día de laburo) y luego que había 'saltado' (eso era compatible con unas dos horas de corte, por el tiempo de prueba del transformador). Fue la segunda, sin dudas.
Pero el problema era que hacer con el caldo (260 litros a 13º). Bueno, pensé, lo sigo hirviendo, la luz vendrá antes del tiempo de enfriado..... hasta que me dí cuenta que el quemador de la olla de hervido tiene una válvula de seguridad... eléctrica.
Así que apagué el piloto, puse una reposera con su almohada y una sabanita para taparme en el centro de la cervecería y me puse a dormir. Vuelta la luz, volvemos a seguir. Lástima que en el interregno había perdido 20º y hubo que remontar la caída..

Creo que la cocción de hoy ha explorado el límite técnico de este equipo. 48, 5 kg de grano en empaste 2,5:1 llevaron al borde el macerado; 260 litros es la capacidad operativa de la olla de cocción. Así que empiezo los planes para hacerle un 'refurbished' para llevar a 300 litros.
Es algo sorprendente observar como es diferente la malta de partida en partida, de bolsa en bolsa. La #105 estaba con muy poco betaglucano, esta tenía una buena capa. Eso no impidió la filtración, ni compactó la cama de granos (sobre todo porque el sistema para romper la succión funciona solo), pero enlenteció la cosa de una manera espantosa: casi 3 horas para lavar.
También es notable como cambia la necesidad de presión de los rodillos de la moledora con maltas friables; estoy teniendo casi harina en 50% del molido. Pero no ha afectado la filtración en el primer mosto.
Sigo sorprendido por los buenos niveles de extracción con empastes de 2,5:1. No obtengo densidades altas de entradas, pero termino lavando a 2,5º Brix sobre el final. Hoy, por ejemplo, el rendimiento ha sido espectacular para mi equipo.

Esta semana hice algunos cambios en el sistema de recirculado, que me permitieron usar el aparatejo de distribución de agua que había hecho en el comienzo ( y que no podía usar por quedar muy bajo). Eso, además me ha permitido llegar a empaste de hoy, porque agregó unos centímetros a la porción operativa del macerador.
Es notable como pasa gano molido por el filtro del fondo, al principio. El recirculado se tiende a detener porque las basuritas ocluyen la pequeña luz de la válvula reguladora. Pero el filtrado es bueno y el mosto claro.
Para que no se tape con esa basura, sigo usando un trozo de manguera para los primeros momentos del recirculado, repartiendo a mano.
Usé una parte de lúpulo flor. Este tema de la escazés de este insumo me esta empezando a preocupar...

En resumen, 260 litros terminados en fermentador a las 04:00, luego lavar... estoy realmente dormido. Así que buena parte de la mala sintaxis es sueño, nomás.
Tenia buena espuma, casi limpia. Espumé y puse carrageno mas por constumbre que por necesidad; y reinoculé el fondo del bach antepenúltimo a las 05:30, antes de irme a bañar para empezar el día.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Fermentadores

Cada vez que me toca vaciar los fermentadores chicos maldigo el momento que se me ocurrió innovar en las salidas, y suprimir el pico lateral del cono.
No es que impida sacar la cerveza, pero uno no tiene cerveza libre de cuajarones de levadura nunca. Así que todos mis próximos fermentadores seguirán la ortodoxia en esa materia: pico lateral en el cono de salida.
Pero, claro, la distancia del pico a la punta del cono es otra cosa: no veo por qué hay que desperdiciar tanta cerveza poniéndolo donde Rotoking los pone habitualmente. En mi fermentador de 350 litros (que lleno habitualmente con 250 litros de mosto), no se produce mas de 10 litros de levadura; por lo que colocarlo a unos 10 cm de la punta basta, y funciona bien.

En donde sí veo bien romper con la ortodoxia es en el resto de las cuplas. Colocar una cupla en la base de la parte cilíndrica me ha permitido medir la temperatura dentro, y tener una espita de descarga de pruebas.
Medir la temperatura dentro del fermentador es crítico, como es crítico tenerlo correctamente aislado (siempre hablando de cilindrocónicos cerrados). Aún teniendo acondicionamiento del aire, la masa de agua dentro del fermentador tiene un comportamiento a veces errático con respecto al ambiente, sobre todo si el volumen es grande.
Asimismo, poder retirar pequeños volúmenes del contenido, para ir probando densidad y sabores, sin tener que abrirlo e introducir objetos me ha resultado simplemente maravilloso.
Sé que no he descubierto la pólvora, que toda la industria lo hace así; pero se también que no es frecuente entre los productores artesanales y caseros.
Y no he visto ninguno de los fermentadores de polietileno rotomoldeado aque se ofrecen a la venta, de cualquier marca, que sean provistos con esas cuplas (la otra, la que coloco arriba, será parte de otra reflexión) y creo que es lamentable no tener la opción (salvo que uno vaya a la fábrica a comprarlos y se las haga colocar extra, como ha sido mi caso).

Hoy, antes de cocinar, vacié los dos chicos. Una APA correcta, algo demasiado rojiza para mi deseo. Falta que madure y decante algo, todavía, pero ya está hecha.
Como alegría extra, parece haber desaparecido definitivamente esa nota de oxidación que me perseguía.
La cámara quedó sin pilas, de modo que las fotos irán otro día..

viernes, 16 de noviembre de 2007

105 Stout

Realmente, la malta de Cargill se está comportando muy bien. Es muy friable y obtuve una buena proporción de harina, pero la cáscara quedó entera; casi no aparecieron los betaglucanos y la filtración fue excelente. No estoy extrañando la malta de Suyay para nada.
Por segunda vez, pero esta vez de manera deliberada, pasé de usar los empastes pesados 2:1 a livianos (liviano es una manera de decir) tipo 2,5:1; y la diferencia en la velocidad de filtración es espectacular; al punto de permitirme, en mi equipo, ingresar agua a la misma velocidad con la que sale el mosto.
No puedo quejarme de la torta, es evidente que tiene resto proteico como para formarla compacta, y sin usar clarificantes de olla. Es un poco dispersa en el borde, pero chupé todo el mosto libre sin problemas.
254 litros a 12,2º al final de la cocción. Es un tanto molesto limpiar las gomas de los granos altamente tostados, es una baba negra que no sale fácil con el agua caliente y a presión; pero la viruta de inoxidable todo limpia.....
¿Podré encontrar una solución ecológica al bagazo?
Primera entrada; veremos como sale...

jueves, 15 de noviembre de 2007

Construyendo Cervezas

Bien, comenzamos otra vez.
Hay un catálogo de razones para escribir y publicar; la mía es simple: registrar algo de lo que hago.
Nada importante, sólo cervezas; hechas de una manera artesanal, casi como en la cocina de la casa. Cervezas que tiene doblemente vida, porque no sólo están cambiando continuamente en su recipiente, sino que cambian entre partida y partida; sutilmente, como un guiño a quien la toma.
Ese cambio (esa vida) es lo que intento registrar para entender. La sutileza de la diferencia entre dos maltas, el resultado del error de una llave abierta mas de la cuenta, los veintitrés centímetros mas de caño que le acabo de agregar al retorno del recirculado.
Si alguien lo lee y le sirve algo, perfecto; si nó, quedará como el soliloquio del que espera 'hablar a Dios un día'. Será melancolía.
Piú avanti.